Aunque no son algo realmente nuevo, los simuladores han conseguido un éxito descomunal en los últimos años. Tanto es así que se ha llegado al punto de que cualquier oficio, cualquier cosa que se nos pueda ocurrir, tiene su versión de simulación en un videojuego. La explosión de la industria indie y la llegada de pequeños estudios que han podido lanzar sus juegos sin muchos medios ha inundado las stores de juegos cuanto menos curiosos. Algunos consiguen destacar tanto que se convierten casi en objeto de culto, como ocurrió en su momento con Goat Simulator, donde debíamos ponernos en la piel de una cabra. Otros pasan sin pena ni gloria por las tiendas digitales, sumándose a esa ingente cantidad de juegos que amenaza con sepultar a los usuarios. Como con la reciente explosión de las plataformas de streaming, es literalmente imposible estar al día de todo, y siempre hay algunos juegos muy divertidos que se nos escapan.

Los simuladores son, como decíamos, un género ya muy bien asentado en la industria, que han tenido un nuevo empujón gracias a los estudios indies. Uno de ellos, el francés Klondike, lanzó hace unos años un curioso juego que llamó mucho la atención, tanto por su dinámica como por su temática. Se trataba de Lupa, considerado literalmente como un “simulador de prostitución”. Así, como suena, sin paños calientes. Si podíamos convertirnos en cabras, entrenadores de fútbol, pilotos de Fórmula 1, camioneros o bebés en otros simuladores, ¿por qué no en prostitutas? Lo verdaderamente original del título no era solo su temática, ya que hemos visto a trabajadoras del sexo en muchos otros juegos. En realidad, su parte más interesante estaba en la jugabilidad, ya que se necesitaba de una webcam y un micrófono, conectados al ordenador, para poder disfrutar del juego en su plenitud. Según sus propios creadores, la idea era ver hasta dónde era capaz de llegar el jugador, interactuando con sus gestos, para alcanzar la mayor puntuación en el juego. Está claro que en Klondike no habían jugado nunca al Just Dance y similares, pero se agradece al menos el esfuerzo por proponer algo diferente y novedoso.

El mundo del videojuego en casa vivió una auténtica revolución en los años noventa con la aparición de las primeras consolas de 32 bits. En un terreno dominado especialmente por Nintendo y SEGA, la firma japonesa Sony apareció con toda la fuerza del mundo lanzando al mercado su propia consola, llamada PlayStation, que quería llevar el videojuego un paso más allá. Surgía así una nueva generación de consolas en las que los gráficos habían mejorado considerablemente, y que suponían el siguiente paso natural en la historia de este sector, incluyendo tarjetas de memoria mejoradas, juegos en formato CD… Aquella primera PlayStation marcó un auténtico hito, pero Sony sabía que rea solo el primer paso de toda una carrera de fondo en la que todavía estamos sumidos.

Un lustro después del lanzamiento oficial de PlayStation, la firma nipona lanzaba al mercado su sucesora, PlayStation 2, una consola que apareció por primera vez en Japón en marzo del año 2000, cumpliéndose ahora dos décadas de aquel lanzamiento. La expectación generada por Sony para la consola fructificó en millones de ventas, y PS2 se convirtió en la nueva referencia para un mercado donde ahora también estaba Xbox, y donde SEGA ya había perdido bastantes enteros. Ahora la reina era Sony, que en apenas unos pocos años se había convertido en la firma con más consolas vendidas para sobremesa, aunque Nintendo seguía gobernando en las portátiles. Ahora que se cumplen 20 años de aquel hito, queremos recordar todo lo que supuso en su momento la aparición de PlayStation 2.

Desde antes incluso de aterrizar en la Casa Blanca, Donald Trump ya era un habitual amigo de las polémicas y las declaraciones fuera de tono. Su particular forma de entender el mundo, de atacar a los que cree que son sus enemigos, de lanzar balones fuera para quitarse de encima responsabilidades, han llamado mucho la atención también dentro de la propia Casa Blanca. Y es que el ahora Presidente no se ha cortado un pelo con sus declaraciones ya en el cargo, demostrando que no le importa demasiado ser Presidente o un rico magnate, él siempre va a decir lo que piense, pese a quien le pese.

Una de las últimas polémicas en las que Trump se ha visto envuelto como presidente han sido sus declaraciones posteriores a los tiroteos ocurridos en el país en las últimas semanas, especialmente tras la tragedia de El Paso, en la que un supremacista blanco mató a varias personas en un centro comercial, todas ellas latinas, abogando porque Estados Unidos no eran un país para ellos. Las tesis racistas de Trump y su discurso contra los inmigrantes parecen haber calado en buena parte de la población, pero al ser preguntado por ello, el presidente echa balones fuera y se limita a afirmar que la culpa de estos tiroteos la tienen los videojuegos violentos, algo que no ha sentado nada bien en el sector.